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Del sur vino el e n i g m a
Para el turista observador, encontrarse mientras camina por el centro de San José con una esfera de piedra empotrada en un parque o jardín, podría recordarle la película “Indiana Jones, Raiders of the Lost Ark” (1981) en la que Harrison Ford es perseguido por una gigantesca y redonda mole pétrea mientras huye hacia el exterior de una cueva. Y no estaría nada lejos de la realidad, pues es precisamente en Costa Rica (y sólo en Costa Rica), donde las protagonistas de aquella famosa escena tienen su origen.
Sin embargo, la presencia de las esferas precolombinas en la capital es relativamente reciente, tomando en cuenta que datan del 400- 500 a. C. y que proceden del delta del río Diquís, unos 260 km al sureste de San José. Ahí fueron encontradas las primeras de ellas en el año 1939, y hoy suman más de 500 descubiertas a lo largo de la costa pacífica, con diámetros que van desde los 10 cm hasta los 2,60 metros.
El significado y función de estas curiosas manifestaciones de la cultura prehispánica sigue siendo un misterio. Sin embargo, entre decenas de teorías, las que parecen más acertadas son las que apuntan a que formaban parte de un “jardín astronómico” (una suerte de calendario de cosechas y estaciones) o indicadores del status social. Su simbolismo para los habitantes originarios va más allá: se supone que son las bolas de fuego que Tara (dios del trueno) lanzaba con su cerbatana gigante a la tierra para ahuyentar a los espíritus de los huracanes y las tormentas.
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En 2014, el conjunto de asentamientos cacicales precolombinos con esferas de piedra en la región del río Diquís fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
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En la ciudad de San José, es fácil ver réplicas a la entrada de algunos edificios e instituciones públicas, pasando casi desapercibidas, pero su injerencia en el arte y la arquitectura es tan valiosa como el lugar que han comenzado a tomar en el imaginario colectivo como símbolo de la identidad nacionalista de los “ticos”. Y es que una de sus características más significativas es su casi perfecta redondez (que según científicos japoneses puede rondar el 96% como promedio), la cual ha sido interpretada como símbolo de la equitativa sociedad costarricense.
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En el arte, se destaca el escultor Jiménez Deredia, estudioso de estos enigmáticos símbolos, incorporando el elemento esférico en sus obras, tanto en el concepto como en sus volúmenes.
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Por eso, ¿qué tal si en tu próxima visita a San José buscás estos íconos de la identidad costarricense de antes y de ahora? Aquí te mostramos las más notables y reconocidas.
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